Trayectoria Personal


 

Desde bien joven mi vida estuvo marcada por cierto sentimiento de extrañeza, de angustia en ocasiones, y por un impulso de búsqueda y sentido. No fue ciertamente una búsqueda común, y buena parte de mi adolescencia la pasé leyendo y explorando visiones alternativas del mundo; por los ojos de mi mente pasaron las vidas de los lamas tibetanos, los experimentos y teorías acerca de los poderes ocultos de la mente que la controvertida y recién creada “ciencia” de la parapsicología empezaba a estudiar, los documentos de la antropología y arqueología no ortodoxa, los misterios de la vida y la muerte del Egipto faraónico, los filósofos, yoguis y místicos de la India, etc. El mundo se me mostró mucho más complejo y misterioso de lo que a simple vista parecía y se me enseñaba.

La vida quiso que ingresará en la carrera de Medicina. No tuve problemas para entrar, pues mi expediente académico me permitió superar la nota que se exigía en el recién implementado “numerus clausus”. Mientras cumplía, no sin esfuerzo, el programa académico estipulado, mi mente seguía buscando, sin saber exactamente que buscaba… Ahora, después de los años transcurridos, veo, que aquella búsqueda a tientas, no era otra que la búsqueda de la claridad y la conciencia.

En segundo de Medicina, la vida me entregó, lo que en aquel entonces no podía siquiera imaginar; me confió una promesa y me mostró una senda por la que caminar en medio de la espesura del bosque. La vida me regaló la semilla de la Meditación.  Me entregue a ella con disciplinada regularidad, más por necesidad que por placer. No fue fácil transitar, en aquellos años, por un camino tan alejado de los intereses sociales y académicos, sin embargo, contaba con el "entrenamiento " recibido en mi adolescencia. Con el tiempo y una buena dosis de esfuerzo, la semilla comenzó a brotar y empecé a encontrar un sentido y una dirección en mi vida, más no en mi carrera. Me volqué, entonces, hacia la búsqueda de una medicina con sentido, y encontré en la Tradición Hipocrática y en la Medicina Naturista una sintonía largamente esperada. 

Fue sin embargo recién licenciado en Medicina, cuando encontré la que iba a ser durante los años venideros, la piedra angular de mi práctica clínica, la Homeopatía de Samuel Hahnemann. Me sentí totalmente identificado con esa visión unitaria, holística y dinámica del hombre, del modo de enfermar y de la terapéutica. Una medicina que rescataba el valor del síntoma en el contexto del paciente, y cuyo modo de percibir, sentir y vivir la enfermedad y la vida, era tan esencial en el diagnóstico como en el tratamiento. La humanidad y la labor de Hahnemann fue titánica, en una época donde también surgió la medicina científica moderna basada en la visión reduccionista de Descartes y Newton, y al amparo del desarrollo de las ciencias mecanicistas y de una creciente tecnología. El mérito de Hahneman fue rescatar ciertos principios, no todos, de la Tradición Alquímico-Espagírica de Paracelso y otros, experimentarlos y dotarlos finalmente de un Método y de unos Principios de fácil comprensión.

Paralelamente a mi práctica clínica homeopática, empecé a interesarme cada vez más en la creciente investigación científica de la Meditación y de la Medicina Mente Cuerpo. Ello me llevó a realizar con posterioridad, estudios de posgrado en hipnosis clínica, medicina psicosomática y psicología de la salud, y empecé adentrarme en el campo de las Neurociencias y en una visión cada vez más integrativa del hombre y la medicina (Psico-neuro-inmuno-endocrinología). Los años que pasé aprendiendo del Dr. Jorge Carvajal fueron esenciales para culminar esta visión de síntesis.

En el aspecto personal, mi práctica de la meditación me había empujado de manera natural y progresiva hacia la búsqueda de sus fuentes y fue así, como me adentré más y más en la profundidad del Yoga. Cuando, a través de la práctica y el estudio, uno empieza a vislumbrar el Yoga en su verdadero y amplio sentido, más allá de sus técnicas corporales y respiratorias, uno no puede permanecer al margen; sutilmente el Yoga te penetra y te transforma. Sin embargo, la meditación y el yoga, estuvieron reservados para mí, durante muchos de los años iniciales, haciendo su trabajo de forma íntima y silenciosa.

Poco a poco lo personal y lo profesional empezaron a encontrase, a integrarse. Me formé profesionalmente como profesor de Yoga, y mi práctica clínica se expandió definitivamente para introducir la Meditación, el Yoga y la Medicina Mente Cuerpo. El Yoga me presentó a una de sus ciencias hermanas, el Ayurveda, la Medicina Tradicional de la India y quedé de nuevo cautivado por su visión y profundidad no solo de la medicina, sino de la vida.

Mi visión cada vez más holística de la salud y la medicina, mi conocimiento de la Tradición Hipocrática y Ayurvedica, y mi propia experiencia personal, me llevaron necesariamente a profundizar e integrar un tercer elemento más con mis pacientes: la Nutrición. La investigación hoy en día, sobre la importancia de la alimentación, el ecosistema intestinal, el sistema nervioso entérico, la microbiota... nos permiten asegurar sin lugar a dudas, que los Antiguos sabían bien lo que hacían cuando colocaban a la Dietética (régimen de alimentación y de vida) en el centro de toda terapéutica.

Hoy por hoy me siento profundamente comprometido con el conocimiento. Aprender es mi gran pasión y cómo médico, no puedo dejar de estudiar y formarme continuamente. Me mueve la búsqueda de la síntesis, Tradición y Ciencia, Mente y Cuerpo, Conciencia y Materia. Soy consciente, de que es imposible abarcar toda la información hoy día disponible, proveniente de la Ciencia y la Tradición. Por eso me pregunto a menudo, ¿Cuál es, realmente, el Conocimiento esencial y relevante?

En el transcurso de todos estos años, algunas personas, han sido de especial importancia para mí, a todas ellas quiero transmitirles, para terminar, mi profundo agradecimiento.